martes, 21 de febrero de 2017

Conectados desde la desconexión


Vivimos un momento de auténtica revolución tecnológica, las nuevas tecnologías han invadido nuestro día a día y lo han hecho para quedarse.

Ya no podemos pensar en nuestro día a día sin este tipo de tecnología, en el que permanecemos en todo momento informados.

El uso de las nuevas tecnologías nos permite estar eternamente conectados, podemos dedicarle las horas que queramos.

A través de las redes sociales mostramos lo mejor de nosotros mismos o las utilizamos como medios para criticar todo lo que no nos parece bien en este mundo.

Cuando tenemos algo que decir, un pensamiento en voz alta, rápidamente lo volcamos sobre la red.
Sin duda cabe que estamos conectados, ¿pero esa conexión no nos aleja muchas veces de lo verdaderamente importante?

Vivimos conectados y en ocasiones nos sentimos solos!

Porque conectamos desde la desconexión!

En un mundo que va tan rápido la gestión del tiempo se vuelve un problema y dejamos de prestar atención a lo verdaderamente importante, la conexión debe venir desde el interior.
El sentimiento de soledad viene desde dentro y no se tapa con el exterior.
La primera conexión tiene que ser con uno mismo, desde esa conexión no hay soledad y lo demás es compartir.

Todos observamos la necesidad de sentirnos escuchados, por eso nos volcamos en las redes buscando muchas veces aquello que no estás encontrando en tu día a día. 

Hablamos tanto en las redes que descuidamos la verdadera comunicación con las personas más cercanas, con las personas que nos enriquecen emocionalmente hablando.
Buscamos el cariño en los demás sin haber encontrado el nuestro, creando mayor sentimiento de incomunicación y de distanciamiento.

Quizás nos resulte más fácil hablar desde el anonimato, que expresar nuestras verdaderas emociones, siempre por miedo a lo que nos podamos encontrar y es que cuando el corazón duele nuestro organismo enferma.

Somos seres sociables que buscamos la conexión con las personas, pero cada vez observas más aislamiento, incomprensión y soledad.

Y es que la verdadera comunicación nace del corazón, de la expresión emocional y nadie nos ha enseñado a comunicarnos de esta manera.

Así seguimos eternamente conectados...

Conecta con tu interior y conectarás con los demás sin ese sentimiento de soledad!

viernes, 10 de febrero de 2017

Las palabras bondadosas


Las palabras bondadosas son esas que salen del corazón y rozan el alma.

Las palabras bondadosas te trasladan a otra realidad, te hacen pensar, reflexionar y te invitan a soñar.

Son las que esperas cuando estás triste y entonces te acarician el corazón, ayudando a que cicatricen las heridas.

Son aquellas que cuando estás bien, acompañan a tu paz interior y te trasportan a otra dimensión.

Las palabras bondadosas son curativas, nos enriquecen como persona y nos acompañan en nuestro proceso de aceptación.

Son aquellas son las que los demás necesitan escuchar, son las que provocan ilusiones y esperanza.

Son las que iluminan el alma, generando una sonrisa. una mirada, un gesto complicidad.

Las palabras bondadosas son pocas, no hemos aprendido a utilizarlas, pues nacen de nuestro sentir y no hemos aprendido a emocionar y emocionarnos.

Las palabras hirientes predominan en nuestros días, se clavan como puñales y nos desgarran el alma, endurecen nuestros corazones, coraza en mano.

Las palabras dolorosas están en nuestra boca, cuando la razón calla y el temor acecha.

Las palabras hirientes son muchas, salen solas, desde el desprecio, desde la incomprensión, desde la envidia o los celos.

Las palabras bondadosas, mueven montañas, cambian pensamientos, mueven a la acción, te llenan de vida, torrente de agua pura y cristalina.

Estas palabras siempre se acompañan de besos, caricias, abrazos, sonrisas y miradas brillantes.

Si el mundo se llenase de palabras bondadosas, que sacase las mejores emociones, emociones compartidas de serenidad, plenitud y felicidad.

Las palabras bondadosas te hacen sentir que existes, que los demás te tienen en sus pensamientos, que te recuerdan o a algo o alguien les recuerda, que estás ahí, en una antes y un después, en el que para ellos siempre serás necesario.

Si hablamos con palabras bondadosas, quizás ya no tendríamos que soñar en mediar.