sábado, 26 de abril de 2014

EL SUEÑO DE ELENA

Os comentaré cuáles fueron mis inicios:

mi primer contacto con la mediación fue a través de un artículo de Iñaki Bolaños en la Revista del Colegio Oficial de Psicólogos, cuando me presente al SEAFI, me preguntaron si conocía la mediación, yo entonces recité casi literal lo que había leído en aquel artículo y ésto me valió para entrar en el Ayuntamiento.

Así allí estábamos las dos, mi compañera trabajadora social y yo, sin tener ni idea de mediación, siendo la primera vez que realizábamos co-mediaciones. Por lo que no tuve más remedio que ir leyendo todos los libros que caían en mis manos sobre mediación, conflicto o cualquier otra cosa que nos ayudara en semejante hazaña. Lo cierto es que esta forma tan diferente a la Psicología, me cautivó y llegué a pensar en que los mediadores son adictos a la mediación, ya que una vez uno conocía sus encantos ya no podía salir de los mismos.

Y fue así, por ensayo y error, más por error que por ensayo que comenzó mi aventura. Fueron años de mucho estusiasmo, de conocer a unos y a otros, de asistir a Congresos, Jornadas, primero como escuchante y después cómo participante, fueron años de formación, de conocimiento, de saber compartido, de escribir y publicar., de ampliar la red de mediadores, de formar parte de organizaciones. Años de soñar con mediación. Y tanto soñé que un día empecé a creer que "si puedes soñarlo puedes hacerlo", formamos parte de dos asociaciones una de ámbito local y otra nacional, empezamos a formar parte de asociaciones internacionales y a compartir experiencias con el otro lado del charco y fue creciendo mi interés por la mediación. Por cada curso o máster crecía mi pasión y fue entonces cuando supe que no había vuelta atrás y dejé de ser un profesional de la Psicología y me convertí en alguien extraño con un curriculum diferente y dividido en dos, dos profesionales, dos uniformes, dos perspectivas diferentes de entender la familia, la escuela, los menores, la empresa. Pero como lo uno va ligado a lo otro, más mi forma de ser, decidí que no me gustaba el mundo en el que vivía y que si cada uno de nosotros ponía su granito de arena y se comprometía a pensar cómo cambiar las cosas, conseguiríamos grandes cambios. 

Y seguí adelante, hasta que nació Javier y de nuevo me asaltó mi sueño, hay muchas cosas que hay que cambiar y empecé a creerme mi propia teoría de la mediación, ya que había pasado de ser una técnica, una herramienta a algo mucho más poderoso, una filosofía de vida, una forma de vida, porque no se puede ser mediador, si uno no se siente mediador. Así que soñé, que si nuestra cultura es la cultura del litigio, de la denuncia y de la ausencia del perdón, había que comenzar un peregrinaje hacia la introducción de la mediación como cultura.

¿Por dónde empezar?, la respuesta era clara, por abajo, desde el colegio, así que me fuía a un colegio y convencí al director de mi propia teoría y así pusimos en marcha hasta cinco generaciones diferentes de papás mediadores. ¿Por qué por la familia?, porque era claro que si comenzábamos por los niños, pero no había apoyo por parte de la familia, el trabajo del colegio no era sufiente. Y ahora seguimos formando padres...pero también alumnos, hemos empezado por la ESO, pero tenemos que comenzar desde infantil, para que la lluvia de la mediación sea algo fresco, suave, pero que vaya poco a poco calando.

Nuestros niños de hoy serán los ciudadanos del mañana, por eso todo lo que trabajemos hay es poco comparado con los frutos que puede dar mañana. Tal vez no puedan mis ojos observar tan gran cambio a largo plazo, pero en mi sueño, me conformaría con pequeños pasitos hacia adelante.

Pero también sueño con la empresa, con los trabajadores, por eso pienso que la mediación aquí es también necesaria.

Familia, escuela, empresa, ¡qué gran sueño, por favor no despertarme que quiero seguir soñando!


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